lunes, 18 de junio de 2012

Pajaro


Hacia tiempo que no me pasaba esto. Las sabanas no son tan suaves como por la mañana, los parpados no terminan de cerrarse. Las formas parecen moverse ante la falta de luz. Ahora, el miedo a la oscuridad me resulta comprensible, las sombras tienen un aire conspirador.

Cierro los ojos. Abro los ojos. No es un sueño, es un recuerdo.

Estoy sentado en una parada de autobús, la música es un poco agobiante cuando hace calor. Algo ligero choca contra mi pierna, aunque dudo que lo haya arrastrado el viento. Miro al suelo y a un metro hay un pequeño pájaro paralizado.

Su plumaje está encrespado, ondulando a medida que respira de forma profunda y entrecortada. Empiezo a entender que se ha caído del nido, que no sabe volver. Abre su pico y me imagino que estará llorando para pedir un rescate a su madre. El tiempo pasa e intuyo el miedo que está sintiendo. Nada ocurre. Siento curiosidad y despacito saco mi reproductor de mp3 del bolsillo y lo pongo en pause.

Aunque sigue con el pico abierto, no emite ningún sonido. Aprieto de nuevo el botón. A penas mueve la cabeza. Se acerca una anciana y supongo que el pájaro se apartará con pequeños brincos, si no es capaz de volar. Las distancias se reducen y el pájaro permanece aún inmóvil. La anciana mira de frente con un orgullo que algún día le costará un tropezón evitable, pero hoy no ve al pájaro y su pierna apunta peligrosamente al pequeño.

Pasa de largo, ninguna reacción. Me preocupo. Miro a un lado y a otro y veo gente en bicicleta y paseando. Todos cruzan relativamente lejos. Se acerca la hora de que llegue mi autobús.

Me levanto nervioso y me propongo actuar. Pienso. No se que pienso, es demasiado abstracto. Mi pulso también se acelera. Miro al pájaro y miro a la carretera. Doy un paso hacia el asfalto y saco unas monedas para el billete.

Oigo una especie de susurro: “si no sobrevive, es que no está diseñado para ello”. En cuanto tomo asiento, sigo internamente la melodía de la música.

Cierro los ojos. Abro los ojos. No es un sueño, sigo despierto.

Las sábanas son irritantes por la noche, igual que los pensamientos.